Nuestro cuerpo necesita energía para llevar a cabo los procesos metabólicos y las funciones básicas que nos mantienen vivos. Para medir la energía que necesita nuestro cuerpo utilizamos la unidad de calorías. Esa energía la obtenemos a través de los alimentos que consumimos. Los requisitos calóricos de una persona se establecen tomando en cuenta su género, peso, edad, estatura y el nivel de actividad física, además de su perfil de salud y metas individuales.

Para mantener un peso y un nivel de grasa corporal saludable, la cantidad de calorías que un individuo consume debe ser igual a las que el cuerpo utiliza o gasta. Si el gasto de energía es mayor que las calorías que consume, entonces se pierde peso corporal. Sin embargo, un consumo mayor de calorías que las que el cuerpo utiliza, provoca un aumento de peso. El cuerpo va a reflejar un aumento de peso siempre que comamos más de lo que necesita para sus necesidades y funcionamiento adecuado, independientemente del tipo de alimento que se ingiera. Un aumento en la actividad física diaria aporta a un mayor gasto de la energía corporal, lo que ayuda a prevenir el sobrepeso, la obesidad y el exceso de grasa corporal.

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Para mantener un peso saludable es necesario hacer buena selección de alimentos, mantener un consumo de calorías balanceado y estar físicamente activos. Esto nos ayudará a prevenir el sobrepeso y la obesidad a través de todas las etapas del ciclo de vida.

El estimular el movimiento corporal diario desde edades tempranas favorece el tener un estilo de vida más activo en la etapa adulta. Esto ayuda a mantener un peso y nivel de grasa corporal adecuado y disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.

La actividad física incluye todo movimiento del cuerpo a una intensidad que produzca gasto de energía y no tiene que estar relacionado con los deportes.